La inteligencia artificial está devorando cantidades tan grandes de electricidad que la infraestructura energética global está al borde del colapso. Un informe ha encendido las alarmas, revelando que el auge de los centros de datos podría generar un aumento de hasta un 25% en las facturas de la luz de los hogares en Estados Unidos. Y ahora, se desata una pregunta fundamental: ¿Quién pagará esta cuenta, las empresas tecnológicas o nosotros?
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El monstruo que la IA alimentaEl problema es de escala monumental. La demanda de energía de la IA es insaciable. Las proyecciones más conservadoras indican que el consumo de los centros de datos a nivel global podría alcanzar los 200 TWh en 2025, una cifra que supera el consumo anual de electricidad de un país entero como Bélgica.
Para ponerlo en perspectiva, el entrenamiento de un solo modelo de lenguaje puede consumir la energía equivalente a la de un hogar promedio por más de 20 años. Y eso, sin contar el uso diario de los millones de usuarios.
La IA no solo necesita energía para funcionar, sino también para mantenerse fría. El consumo de agua para refrigerar los servidores es tan alto que ha generado escasez en las zonas donde se construyen estos centros, exacerbando una crisis que ya existía.
El gran debate: ¿Pagan las empresas o pagamos nosotros?Las compañías tecnológicas como Amazon, Google y Microsoft, que son las principales impulsoras de este consumo, argumentan que el costo de la nueva infraestructura energética no debe recaer solo sobre ellas. En audiencias públicas, se ha escuchado a los gigantes de la tecnología defender la idea de que los costos deben ser compartidos.
Sin embargo, los usuarios y las compañías eléctricas no están de acuerdo. La gente está empezando a sentir la presión. Un residente de Ohio, citado en el reporte, lo expresó sin rodeos: “Nuestros bolsillos no pueden soportar más. Que paguen sus propias facturas como nosotros”. El debate se centra en si las empresas deben asumir el costo de la infraestructura que ellas mismas están impulsando, o si ese costo debe ser transferido a los ciudadanos a través de un aumento general en sus tarifas.
El futuro de la energía: ¿Hacia dónde vamos?La IA es una tecnología del futuro con una huella de carbono muy real y tangible en el presente. Su crecimiento desenfrenado está obligando a los países a considerar la construcción de nuevas plantas energéticas para satisfacer la demanda, lo que va en contra de los esfuerzos globales por reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Este debate no solo es económico, sino también ecológico, y está poniendo en evidencia que la revolución de la IA no es “gratis”.